¿Cuántas veces habéis escuchado esto? “Me quedé con un dolor de huevos…”, “no me puedes dejar con este dolor de huevos”.
Solemos oírlas en algunas personas con pene cuando tras un periodo de excitación prolongado no se termina con eyaculación.
En realidad se trata de un dolor de toda la zona de alrededor del pene: testículos, próstata y musculatura del suelo pélvico.
¿Por qué ocurre? Cuando hay excitación se produce un aumento de sangre en la zona genital por la vasodilatación de las arterias, produciéndose la erección debido al aumento de flujo sanguíneo en el pene. Este flujo sanguíneo también se acumula en los testículos y la próstata. A su vez, las venas y otros músculos del pene se contraen (vasoconstricción) para que la sangre quede retenida en el tejido eréctil y se pueda producir la respuesta de erección. Si esta excitación se mantiene durante un tiempo prolongado y no hay eyaculación, la sangre acumulada (vasocongestión) en el pene, próstata y testículos pueden provocar esas molestias en toda la zona genital. Por eso este fenómeno también es conocido en inglés por el término “blue balls”.
Aunque culturalmente este dolor se ha atribuido a las personas con pene, también les ocurre a las personas con vulva. La sangre va hacia el clítoris, labios, vagina, útero, produciendo vasocongestión que igualmente, si no hay orgasmo después de un tiempo de excitación, puede provocar molestia o dolor en la vulva, vagina y ovarios.
Solución tanto para personas con pene como con vulva: tener un orgasmo para que la sangre acumulada salga de la zona y empiece a fluir con normalidad. Sabemos que no siempre tenemos que acabar con orgasmo, por lo que si no se alcanza, el dolor suele irse al poco tiempo. Pero si te apetece llegar al clímax y a la otra persona no, siempre tienes la opción de masturbarte respetando así los deseo del otro/a.